martes, 23 de marzo de 2010

Núcleos y verdades

Manipular el núcleo, completamente inestable, de una circunstancia es peligroso. Pero más peligroso es creer que puedes ser elemento en esa ecuación y no verte afectado.

Quizás siempre lo supe... No mentiré, siempre lo supe.

Tengo experiencia en este tipo de cosas. Las palabras son peligrosas y no se guardan en el pecho, mucho menos cuando son púas que se clavan desde el interior y desgarran, cuando son caminos trazados en llamas que suben hasta la garganta y que desean salir... desean cumplir su cometido y quemar cada uno de los sueños que hemos construidos a partir de ruinas y escombros, necesarios para mantener una estructura derruida de por sí, que pesan sobre los hombros y nos dejan las extremidades cansadas, medio muertas.

Conozco bien la sensación de guardar veneno en la boca y ni escupirlo, ni tragarlo... simplemente mantenerlo mientras pasa por el hueco de los dientes, despertando asco y arcadas en las encías, acumularlo mientras vemos que todo a nuestro alrededor juzga la postura tomada ...

Siempre supe que ese veneno acabaría sobre el rostro de alguien que trata de hacer lo correcto... y porque no decirlo, lo difícil. Pero a mí eso no me evito hacer, decir, dejarme sacrificar... por lo que creí (y sigo creyendo) correcto. Un mártir ateo, porque como ya dije en algún texto oculto (visto solo por un par de ojos) " ¿Pero como se puede decir a un creyente que su Dios es falso y que los milagros e imágenes sagradas, que ha guardado en una sensibilidad, latente pero oculta, es solo luz de gas y fuegos fatuos, cuando son esas ilusiones, esos trucos de magia barata, los que le han dejado soñar y no caer ante el colapso de imaginar que hay tras el abismo?". Yo y la extraña manía de escribir textos de carácter retroactivo. Un vidente ciego, un profeta estúpido, que se dedica a mirar y ver más allá de lo que la gente quiere ver. Alguien que en ciertas horas del día y en ciertos segundos de cada minuto piensa que debería sacarse sus horribles y pequeños ojos, con su mirada de pena, sus ojeras... y arrancar su malparida e incallable lengua.

Debería arrepentirme... No mentiré, debería. Pero no lo hago.

Debería haberme dejado de creer tan importante para alguien. Sera la falta de costumbre a que se me haga caso y se me preste atención, esa atención de la que tanto disfruto y que en todo momento busco como un grial. Puedo decir que por unos momentos brillé, o me creí brillar, y me sentí vacuna, alardee de ser remedio ... Unas sensaciones bastante olvidadas desde que otros átomos, hace años, combustionaron en mi. La pena, el mal sabor de boca no es tan grande... pero la sensación de derrota me rasga por dentro del mismo modo. El eterno recuerdo de lo que soy y de lo que merezco... el eterno collage de confesiones, manías, dudas, consejos y textos inútiles de horas desocupadas y sin ningún tipo de beneficio ... Ahora sé porque tan poca gente me llama por mi nombre y hace uso de ese apellido monosílabo, que marca mi caída y mi derrumbe.

Debería derrumbarme... No mentiré, estoy derrumbado.

Entiendo que mi deforme cuerpo ha sido herramienta y mecanismo para insuflar vida a algo que se pudrió... Tengo claro que mis palabras han sido abono y han dado vida a flores, pues las flores pertenecen tanto a los amores como a los muertos...

A lo mejor debería verme como el mismo Sol, como fuente de vida, como que ha salvado ilusiones, sueños amores, obsesiones... cualquier nomenclatura es correcta, comprensible e incluso excusable.

Puede que sacrificar mi sonrisa, o en este caso mi preocupación, pueda servir para que otros sonrían y disfruten de lo sintético, lo abstracto, lo falso... y vuelvan a crear un universo incorrecto, pero al fin el universo al que aspiran, el que necesitan, el que creen merecerse. Puede ser algo noble, humanitario, o algo estúpido, según del radio de explosión en el que te encuentres.

Debería pensarlo... No mentiré, yo me encontraba en el mismo núcleo.

Diseccionaría el amor para poder explicar todas las reacciones posibles, todas las acciones tomadas. Aunque de poco me valdría pues no hay ciencia posible que explique la expansión de un sentimiento tan salvaje, inestable, autodestructivo y tozudo. Cuando late el corazón la vista se nubla, los oídos ensordecen, las piernas se abren, se desdibuja la realidad y se vuelve a recomponer en un papel garabateado que nos parece una obra de arte de la que nos sentimos participes. Tenemos el universo tal y como lo queremos ver, adornado con un par de canciones, con frases delicadamente escogidas y que tomaremos como máximas de nuestro rumbo... Volverán y se quedaran, hasta que quieran, las sonrisas.

Llegados a este punto de poco puede valer las palabras o los juicios de alguien...

Verdades se disipan y se convierten en sombras que aniquilan las ganas de aquello que queremos escuchar. Son eclipses contra los astros más extensos y son juzgadas ante el verdugo de nuestra razón... Nada debe desechar un sueño, nada debe modelar todo lo creado por unos ojos vendados.

Sé que metí la cabeza en el núcleo... Y una explosión volvió a explicarme lo que parece que tan torpemente se me olvido.

La verdad traerá tristeza,soledad y amargura...

La mentira traerá alegría y una sonrisa agradable, volverá a soplar una amorosa brisa en el rostro...

También una brisa traerá agudos cantos arremetiendo contra mí y diciéndome:

"Te va a salpicar toda la mierda"

Debería arrepentirme. Pero si lo hiciera estaría mintiendo, tal y como hacéis todos.

sábado, 20 de marzo de 2010

Aquel que se deja morder



Han sido unos cuantos

cuartos crecientes.

Usaste los dientes...

En este trozo de carne,

en este rostro sonriente...

Soy aquel que se deja morder.

Él que da gracias a cada amanecer

y al descaro de esta sólida vida

por permanecer a tu lado

por tenerte al costado dormida.

¿Por qué?…

Porque por esa boca

este triste poeta se excita

y forra sus versos en piel.

Soy aquel que se deja morder...

Él que se pierde en palabras de querer

en cada frágil y suave bocado.

Él que grita, él que aúlla,

ante delicadas mordeduras

cuando escuece entre placeres mi ser.

¿Que opinara el vecino de al lado esta vez?.

Apilo un montón de mensajes en blanco.

Me quedo enmarcado en tu ombligo

y no salgo, pues fuera no para de llover.

Entonces me veo mojado en los charcos,

mi imagen viola mi reflejo,

y me alejo del suelo otra vez.

Soy el niño que se deja morder.

Él que quiere ahogar la agonía

administrando saliva al placer.

Gitana, cada mordisco es de oro,

y en cada dentellada te imploro

que adornes ,violenta, mis morros.

Derrota, es pensarte con otros

y que no sea mi consentida mano

la que acaricie tu tez.

Lo siento…

Jure no hablar más del pasado.

Lo sé...

También juré, irme y nunca volver.

Y ya ves...

Me tienes pegadito a tu lado,

arropado cual mártir en mi manto de fe.

Tú, mantis...

Yo, presa...

Soy aquel que se deja morder.



sábado, 13 de marzo de 2010

Grabado en inmortal piedra (Dedicado a CORE)

(foto: Noe Muñoz Pérez)


Mientras supuren , congelados ,muros

y lienzos tomen grisáceos retazos de calle.


Dibujaras tras los humos,

ofrecerás color, opaco, al mundo

glorificando ,tras boquillas, tu estandarte.


Inmortalizarás de cada segundo

su sombra y la línea que le corresponde.


Mancharás las manos del mismo aire

y darás una nueva mascara al arte.


Frio traidor y soles que te abrasan,

usando días sin lluvia y cómplices noches

con la fiel compañía, de esa que siempre te retrata.

Kilos repartidos en botes de pintura.

Invertidas horas en forma y estructura .

Nace de todo esto, con mesura,

grabado en la inmortal piedra.


Gravitan ,entre trazos, aerosoles

usurpando una ciudad, gris asfalto,

necesitada de tus composiciones.


lunes, 8 de marzo de 2010

Textos en ceniza



A veces pienso que debería ser mejor de lo que soy...

No es un acto, ni un escrito, para pedir, la tan odiada, piedad, las tópicas segundas oportunidades o una samaritana mano que se tienda en mi ayuda, pues no necesito falsos cantos de cisne. No es un grito de rabia, de esos que suelo dar cuando mi visión se nubla, enrojece, y aparece ese ser que tan cariñosamente apodamos "el otro", o el torpe y tonto lloriqueo de un niño que se queda sin un puñado de sueños, ficciones o escenas inventadas que nunca saldrán en la "película-vida". Más bien es un cristalino acto de resignación a pagar por cada uno de mis fallos (sino los estoy pagando ya...) cada una de las faltas que tanta herida y tanta costra dejaron en esas mentes que conviven, convivieron y convivirán con mi áspera e inestable persona. Seria de tontos pedir piedad cuando no se merece, o cuando ni siquiera existe, pues no quiero alimentar el ego de tus ojos ciegos ni una segunda impresión de tu pupila en llamas... Seria de ingenuos expulsar aire y no esperar viciar el oxigeno de tu alrededor con la suciedad que habita en tus pulmones ... Sería de locos reventar la , histérica y fina, membrana de la razón ,esperar que te comprendan cuando ninguno se entiende a sí mismo. Somos espejos rotos y tapados por el vapor que nuestras exhaustas bocas expulsaron huyendo del pasado carente de afecto... y porque no decirlo de un no tan inmediato presente. Somos juguetes en manos de otros seres, y no me refiero a mandatarios superiores de altas esferas de mística y aureolas creadas por el miedo a la muerte, no me refiero a energías ni estúpido efecto boomerang karmico de nuestras acciones, no caeré en la falsedad de achacar problemas a lo ajeno o a lo que no entra en mi plano existencial. Simplemente hablo de ser y estar cerca de los que me hacen ser persona ... otras personas, otros sujetos que han sufrido lo mismo que yo, que han disfrutado lo mismo que yo, que han amado, que han deseado los títulos de crédito y no volver a despertar, a los que me entienden y a los que no, a los que ni siquiera me conocen , a los que me maldicen , a los que colgaron en una estrofa un verso de amor y aquellos que me cuelgan versos de odio en el cuello esperando mi asfixia, a los que han dormido en la misma cama que mi antiestética figura y sonríen o lloran, a los que me leen y se olvidan de mi rostro, a los que me odian y por mero interés escuchan, a los que nunca me dijeron el aprecio que me tenían pero lo veo cada vez que se atreven a hablarme, a los que a veces han pensado ser mejor personas de lo que son ... y un infinito etcétera que nos rodea en cada paso bien y mal dado.

Siempre que se gesta un texto de esta índole se habla de la muerte, del suicidio, del cambio , del final ... pero es una manera bien fácil de acabar y dramatizar un texto sin enfrentarse a las consecuencias de cada una de las osadías y estupideces que el autor escribió en líneas anteriores, es una manera fácil de sensibilizar al lector y esperar de él una muestra de cariño y comprensión, esperar un par de palmadas en la dolorida espalda y empezar a regodearse de que te digan todo lo que has hecho bien ... En esto hemos caído todos alguna vez, unos más y otros menos . Los que creemos que sabemos, o que podemos, escribir estamos especialmente diestros en esta falta, nos vemos como seres ultrasensibles y dramaturgos que esperan crear con sus dedos la mayor de las tragedias. Convivimos con la freudiana idea del Eros y el Tánatos.

Este texto intenta alejarse de esta idea... Ni siquiera entiendo porque mis dedos a altas horas de la madrugada escriben estas palabras improvisadas que se van forjando según pasan los segundos. Ideas me van rondando y las expongo, imágenes se agolpan y a codazos y fuertes embestidas se montan unas a otras con milésimas de segundo de diferencia... espontaneidad que no sé si al releerla me veré obligado a dejarla en un cajón olvidada... Sinceramente espero que no.

A veces pienso debería ser mejor de lo que soy...

Pero casi me acostumbré a mi repetida falta de fe, mi exagerada soberbia, mis errores no calculados, mis celos incontrolables, mi melancolía inexplicable y pasajera, mi mal humor y mi fácil capacidad de odiar, mi manía de opinar y de intentar ayudar sin ser capaz de ayudarme a mí mismo, mi capacidad de emitir juicios que luego en soledad, sobre una desvencijada cama recapacito, y admito haberme equivocado. Creo que ya casi he controlado tener sueños y motivaciones y aparcarlos, esa falta de asertismo ha quedado muy dentro de mí creándome una falsa sensación de humildad. Me conozco mejor que nadie como para no saber cada uno de mis fallos y como para dar la espalda a secretos y males que solo yo sé, y que guardo en lo más hondo de mi persona con miedo a que se presenten en mis escasas horas de sueños. Convivo con el monstruo común que todos llevamos dentro y del cual ninguno nos sentimos orgullosos.

A veces pienso que debería ser mejor de lo que soy...

Y a veces pienso que me gustaría que todo acabara.... como dije antes, evitando caer en la estúpida y trillada idea del suicidio.... va más allá... Cuando hablo de fin, hablo de quedarme sentado en un montículo con la hoja en la que se describe mi persona, la lista que contiene todos mis fallos, mis deseos, mis secretos más oscuros..., y sosteniendo un bolígrafo ,mirando al horizonte, esperando que aparezca el fénix y con sus alas queme toda creación y toda vivencia, que sus llamas consuman todo lo inventado y todo lo sentido tan solo para evitar comparaciones con lo ya establecido, tan solo para eliminar baremos, tablas, cánones y modas impuestas.

Podría escribir el último poema, el último texto, el último desvarío... las últimas letras, esas que nunca canto y terminan olvidadas en una carpeta o registradas en una canción de mierda que nadie escucha. Sí, escribiría en esa misma hoja que recoge mis anomalías mientras todo cae ante una luz que transforma y a la vez quema, un aura que ilumina y a la vez marchita. Algo que destruye lo conocido y hace renacer lo que ha acabado, lo que merece ser extinto y vuelto a crear a partir de sus ruinas. Algo que precipite el verdadero cambio. Quizás... lo que merecemos. Un último texto que quedé desintegrado en cenizas y que jamás será leído.

A veces pienso que debería ser mejor de lo que soy.... pero pienso que el mundo también podría serlo.

"La canción del croupier del Mississipi" Leopoldo María Panero


Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
—ginebra y cerveza, por ejemplo—
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en «Dulce pájaro de juventud»
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
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Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yahoo! And a bottle of rum!
»

Leopoldo María Panero