miércoles, 25 de noviembre de 2009

Por no callar ...

Llevo tiempo sin saber que escribir.

Porque no sé si hablar de dolores, interiores, o bien mostrar mi deseo de acabar con toda falsedad que comparte vida, artificial, ficticia, imaginada o construida sobre ilusiones, a mi lado. Soy uno más y convivo con el mismo pecado.

Me doy cuenta que cada vez que el odio sube, cual mar que ve en la noche su mejor momento para invadir esa despreciable playa, mi literatura fluye con mayor facilidad... Dolor y tristeza me agarran, de lo que muchos ineptos llaman alma, y tiran hasta verme arrepentido de lo que hice en vidas pasadas. Mi literatura fue odio... fue dolor... fue rabia por lagrimas cargadas de capricho.... Y a día de hoy debo tratar de que estas letras sobrevivan con todo lo que se escurre entre mis dedos, sea Eros o sea Thanatos.

Sé que hay (poca) gente que me lee y aunque ellos no lo sepan me es suficiente, cada momento de sus vidas desperdiciado en este falso intento de poeta es digno de agradecer, y aunque no lo crean es el mejor regalo que me pueden hacer... aunque no nos veamos desde hace mucho, aunque no me conozcan o aunque se cansen de escuchar mis palabras... todos ellos son alabados y con un pequeño sitio en estos pobres textos que mis manos transcriben.

GRACIAS

Gracias por estar ahí y tomarse su tiempo para demostrarnos que los enfermos, de alma, merecemos ser escuchados o al menos ser escribas de nuestra propia autodestrucción dialéctica.

No sé cómo puedo agradeceros... por eso pido que estas letras las leáis como si un abrazo os recorriera la espalda, como si una palabra retumbase en vuestro oído y decorase todo orgullo y razón.

De nuevo Gracias.... todos sabéis quienes sois.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cuando las piedras hablan

La ciudad duerme.

La tranquilidad no se ve ni tan siquiera violada por el sonido, del tacto que crea la goma, de los coches acariciando el oscuro asfalto. Todo queda entre una opresora atmosfera anaranjada y una fina, y cristalina, cortina de vapor de agua que aparece impregnando los cristales. La ciudad por fin respira ... Por fin puede convertirse en el mismo espíritu de la quietud, puede ponerse su manto de falsas estrellas y humos contaminantes, danzando sin sentir vergüenza porque pocos ojos están vigilando sus torpes, pese a llevar un tiempo incontable practicando, movimientos de baile. El Sol se ha ido, la luz no daña ni hace entrecerrar los ojos. Puede vestirse con su mejor traje, ese que guarda para las mejores ocasiones. Pero todos los días existe una ocasión para vestirse de noche .

La ciudad respira... Y haciendo uso de cada acera vacía, coloca como una niña traviesa el oído en cada esquina, en cada muro, y muy atenta oye lo que dicen las piedras. Escucha y graba en su frágil memoria cada hecho, cada historia, cada fabula y leyenda que se perdió cuando a la mañana andaba tan dormida. Se convierte en una testigo fortuita, y lo más importante, en una testigo muda que es capaz de guardar el mayor de los secretos, que nunca confesará el mayor de los pecados, porque como si de hojas de una libreta olvidada se tratasen, arranca todas las hojas para mañana escribir una nueva madrugada, una nueva crónica de almohadas y parpados desactivados. Se acerca a las ventanas para ver los inmoviles cuerpos cubiertos de sus mortajas temporales, las mentes que ausentes descargan la información aprendida durante las horas de vida, las lagrimas acumuladas en lagrimales áridos que apenas tienen tiempo para verter su contenido ...

Ve rostros de los que poco, o nada, importa el nombre... Solo observa imágenes desordenadas que poco a poco va reconstruyendo con instrucciones , basadas en los rumores ,cuchicheos, murmullos y cronologías de lo ocurrido durante el día, que le van susurrando , las quietas y amorfas , gárgolas y golems titánicos con miles de parábolas, una por cada ventana, una por cada puerta abierta, cerrada o entreabierta... Hasta las últimas luces narran elegías incomprensibles y sueños que no cumplen su función.

La ciudad sonríe porque no está sola, porque siempre le hablaran las eternas piedras, y entre los fríos y pétreos ojos que la ven, ninguno juzgara su paso temporal por el camino de los mortales.

Rasgan el oscuro manto los primeros rayos de Sol, comienzan las primeras cacofonías de civilización...

Pero aun así entre todos esos artificiales sonidos puedo distinguir un ligero y casi inaudible murmullo...algo que parecen voces y que con mucho esfuerzo trato de traducir. Lo único que creo entender, no sé si por la desproporcionada y caótica imaginación de la que se me acusa, es un réquiem que anuncia que la madrugada acaba de morir. Son las piedras que se despiden de la ciudad... hasta la próxima noche.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mirando a traves del cristal (del fondo del vaso)


-¿Que va a ser?

-Ballantines... lo de siempre.

Es fácil volver a beber en los vasos que bebimos anteriormente, no porque hayan quedado las manchas de carmín de sus labios en ellos, sino porque ya sabemos lo que se ve tras el cristal mientras consumimos el contenido... de poco en poco... de frase en frase.

Siempre escuché hablar del árbol de la ciencia. Es curioso, siempre me lo imaginé como un Biomecanoide alimentándose de materia viva de los grandes cerebros de la humanidad: Einstein, Thompson , Voltaire ... Vamos, la representación perfecta de un texto de Lovecraft retratado por Giger.

Pero lo que nunca entendí, ni imaginé, es la leyenda del árbol del amor. La escuché en algunos bares y tabernas de mala muerte en la que se reunían enamorados, bohemios, borrachos y presos absolutos de la noche. Veía jeroglíficos, rodeados por corazones roídos, escritos en mesas de madera sobre las que se apoyan copas y botellas. Por la hendidura de las marcas se deduce que podrían haber sido hechas con las uñas, posiblemente esas que crecieron debido a un tacto virgen, aun inexperto... Todos tenemos nuestros fallos.

Leí poemas de amor y presencié lagrimas de esperanza en la puerta, de ese sucio baño, de ese Bar, posiblemente de un ser al que no le sentó bien la sangre de Baco.

Todos dicen que beben para olvidar...

Bebemos y acabamos con la imagen de una Darling despidiéndose de nosotros con la mano. Otras solo nos dejan una nota con el eterno:"Que te vaya bien".

Podía perder la cuenta de las horas que habían transcurrido desde que estaba apoyado en la barra, podía contar el tiempo en vasos. Pero no podía ver ese árbol del amor del que tanto se habla.

La televisión al fondo brillaba, se mantenía encendida, pero sus altavoces permanecían enmudecidos. Una decena de ojos se clavaban en esa falsa ventana de imágenes.

Pobres diablos... viven en su infierno personal. Comparten sitio, piso y copa con su "Diabolis interium" . Pregúntales:"¿De qué habla el Telediario?" ... no sabrán que responder. Sus enrojecidos ojos, sus sudores, están inmersos y vertiéndose en otro espacio, en otra realidad. No muestran ni la ligera atención a la pantalla.

Yo también suelo surcar otros orígenes, suelo merodear en otros recovecos mentales pero puedo responder a cualquier cosa.

- ¿Cuanto tiempo llevas aquí bebiendo?

-7 vasos... 8 si contamos el que tengo la mano. Pero no te preocupes, me invitaron a los 2 primeros.

-¿Cuantas actrices pasaron por tu película-vida?

- Pfffffff...

Rectifico... puedo responder a casi cualquier cosa.

Actrices...

Las señoritas de la noche. Okupas en la mente del despiadado que se intenta suicidar con este matarratas que llaman whisky. Las que una vez estuvieron ahí, viéndonos entrar por la puerta y dirigirnos directos hacía ellas. Les dimos un beso de despedida... Si hubiésemos sabido que después de ese no habría otro lo habríamos alargado. Créeme aun seguiría besándote.

Actrices...

Magdalenas que lloran la marcha de un mesías cobarde, aquel que no se quiso quedar. Otras plácidamente dormidas en una cama de sabanas de seda, entre edredones de plumas, que saben que no deben temer al mañana, el futuro no les hará daño... ni a ellas... ni a él.

Bebo muchas noches con corazones rotos. Me conozco todas las historias posibles... Todos los desenlaces , y ya ninguno me escandaliza. Todos los días una cara nueva entra con pedazos de cristales rojos clavados en el pecho y grita con valentía: "Ponme uno doble.... Soy libre!!!".

Sí, eres libre... y preso de tu propia libertad, el mejor compañero de la soledad. Veras... espera unos meses...sabrás de qué te hablo gilipollas.

Es jueves y eran las 2:30 de la noche. El Bar ya estaba casi vacío, termine la 9º copa y me dirigí de nuevo al baño. Y mientras meaba leí, por el espejo, de nuevo la poesía que el enamorado dejó en ese cuarto de baño. Esa vez percibí varias faltas de ortografía. Tiré de la cadena. Recogí, del baño de señoras, un lápiz de labios ,rojo carmesí, y corregí las faltas.

Salí del baño titubeando y volví a la barra. Con un esfuerzo sobrehumano articule lo más parecido a una frase:

-Ponme otra. Lo de siempre...

-¿Ballantines?

-No. Sangre y espuma.

Después de esa frase tan incoherente lo más normal es que no te sirvan más y te manden de vuelta a tu cueva.... Era de esperar.

Mientras me dejaba llevar cuesta abajo por la calle, zigzagueando, parándome a reposar en algún banco, pensaba el por qué estaba esa noche tan solo... La respuesta la encuentro en la experiencia .

Conozco a muchos seres capaces de sentarse, mirar, beber y escuchar mis penas. Es más, conozco muchos que saben hacer que oyen por unas copas , pero ellos tienen sus vidas, bastante tienen con su existencia, y mejor que estén solos a que se encuentren ante mi mala compañía.

Llegue al portal abrí la puerta con dificultad y casi a gatas tomé el ascensor. Una vez allí ya estaba todo controlado. Me miré al espejo, del ascensor, apenas sin reconocerme y recordé todas las muecas siniestras que tantas veces he reflejado en cada espejo.

Frente mi puerta... llegaba el fin de la noche...

Metí la llave como pude y para mi sorpresa la puerta se fue abriendo, poco a poco, sin emitir ningún ruido. Levanté la vista y allí estaba ella.

-Lo siento niña. No pongas esa cara... ya sé. Estoy hecho un asco. Creo que necesito una ducha... y un afeitado tampoco me vendría mal. Mañana mandaré la chaqueta a la tintorería.

He vuelto... Eso es lo importante, no el estado... ¿No?

Después me acosté sin quitarme la ropa. Tumbé mi cuerpo sobre la cama y mientras el techo daba vueltas... comencé a ver mariposas que volaban en circulo .

Quise asociar todo esto al amor... No al delirium tremens.


"L'orage" Georges Brassens (1921-1981)

Publico una traducción de esta canción. Aviso que hablamos de un autor bastante difícil de traducir y sus traducciones son bastante libres. Publiqué esta traducción ,de todas las que encontré, ya que es ,quizás, la mas correcta.

Este tema también fue en su día traducido, adaptado e interpretado por Javier Krahe sin perder para nada el significado de la original y otorgándole un tono aun más humorístico.(Esta versión también merece una buena escucha).





La tormenta

Habladme de la lluvia y no del buen tiempo
El buen tiempo me disgusta y me hace rechinar los dientes
El azul del cielo me pone furioso
Pues el amor más grande que he tenido aquí en la tierra
Se lo debo al mal tiempo, se lo debo a Júpiter
Me cayó de un cielo tormentoso.

Una noche de noviembre, a caballo sobre los tejados
Un señor trueno, con un ruido de mil demonios
Encendía sus fuegos de artificio,
Saltando de su cama en camisón
Mi vecina enloquecida vino a llamar a mi puerta
Solicitando mis buenos quehaceres

“Estoy sola y tengo miedo, ábrame, por favor,
mi esposo acaba de irse a realizar su dura tarea
pobre mercenario desafortunado
obligado a dormir fuera cuando hace mal tiempo
por la simple razón de que es representante
de una casa de pararrayos”

Bendiciendo el nombre de Benjamín Franklin
La puse en sitio seguro entre mis brazos cariñosos
Y luego el amor hizo el resto.
Tú que siembras pararrayos por doquier
¿Que no has puesto uno en tu propia casa?
no hay error más funesto.

Cuando Júpiter fue a hacerse oir en otra parte
La guapa, habiendo por fin conjurado su temor
Y habiendo recobrado todo su coraje
Volvió a su casa para secar a su marido
Dándome cita para los días de intemperie
Cita en la próxima tormenta.

A partir de ese día ya no he bajado la mirada
He consabrado mis días a contemplar los cielos
A mirar pasar las nubes
A acechar los estratos, a vigilar los nimbos
A rogarle a los menores cúmulos,
Pero ella no ha vuelto.

Su buen marido había hecho tantos negocios
Vendido tantas puntitas de hierro aquella noche
Que se convirtió en millonario
Y se la llevó hacía cielos siempre azules
Hacia imbéciles países donde nunca llueve
Donde no se sabe nada de los truenos.

Dios quiera que mi queja vaya, corriendo corriendo
A hablarde de la lluvia, a hablarle del mal tiempo
En el que estuvimos juntos
A contarle que cierto rayo asesino
En el centro de mi corazón a dejado el dibujo
De una florecilla que se le parece.

George Brassens