No es culpa de este cosmos
si alabastros se alojaron
en tus ojos …
Si el rojo de tu vestido
ahora reside en las retinas,
donde no existe el tiempo…
Si ahora bebo en cantinas
hasta apagar el aliento,
que ha traído las palabras
que escalabran sentimientos,
todos los dolores
condensados en el fuego.
Soy salvaje …
o al menos,
Soy muy diestro …
En eso de ser lobo
y buscar en la espesura
los brazos que hoy acunan
una luna llena
no carente de sus brillos,
y seguir la comisura
que sirve de distancia
entre un te quiero y un delirio …
entre los besos y un “Te olvido”.
Homeostasis …
entre aquella niña que se olvida
del enojo en el espejo,
y ese niño que se cree
el gran perro rojo,
que camina entre las ruinas
y las minas detonadas
que causaron el destrozo.
Soy …
Ese pozo en el que miro
y distorsiona mi reflejo.
El Chantajista que negocia
por conocer sin prisas
las aristas de tu cielo.
Soy el encargado en
decorar esas paredes
con un sollozo eterno.
Soy artista en escribir
lo que no ha escrito la marea
en alas de un temporal tan lento.
Lo que no ha escrito tu mirada
y quedó flotando como pétalos,
de ceniza acumulada,
suavemente a ras del viento.
Soy ese perro de perrera
y convivo como puedo
con una áspera espera
de ese que será vela,
hasta atracar en la arena,
soplada por la extensión
de tus silencios…
Valió la pena ser monumento
en el jardín de tus recuerdos.
Valió la pena ser página
de aquel bestiario de los cuerdos.
Valió la pena ser delirio
de sueños estancados.
Soy testigo del delito
cometido por tus manos,
de la tortura que en mi cuello
infringen esos labios
partidarios de hacerme escultor
de cada curva de tu ser.
No es culpa de este cosmos …
Es culpa del placer …
Es culpa de querer ser victima
de un nudo entre tus brazos,
amarrado a ti, cada amanecer.
Volverte a repetir…
No es culpa de este cosmos
sino de otros sentimientos …
Evitar que el Sol despierte …
Alargar ese momento,
donde aprendo poesía
de cada poro de tu cuerpo.
Evitar que tú te vayas…
que las rayas de las sabanas
no sean la mezquina jaula
y tu ausencia mi aislamiento.
Este tango… sigue sonando…
Nuestro tango… sigue viviendo…
Nuestra cama es una constelación
que crece ornamentando el desvelo.
No es culpa de este cosmos…
…Pues siempre seremos astros más extensos.
Gracias por ser culpable y participe de mi aplauso, porque es lo que he hecho al acabar de leer esto.
ResponderEliminarMi más sincera felicitación.
Es un placer leerte.
Stendhal.
Pero qué maravilla, señor Brun.
ResponderEliminarCada vez que te leo solo me arrepiento de no poder hacerlo con más frecuencia, me has dejado de piedra. Echaba esos poemas tuyos que dejan varios escalofríos simultáneos en mi alma. Sin duda es terriblemente reparador.
Un beso.
Hola Daniel, ¡excelentes tus poesías! tan excelente como que cites entre tus auores preferidos a mi magnífico compatriota el Conde de Lautrémont. Abrazos
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