sábado, 12 de noviembre de 2011

Una despedida




Permíteme equilibrar la batalla con la leve señal del resentimiento latiendo en la agrietada frente. Y escupir en suelos cuasi sagrados…

De enemigo es la estampa que llevo encima. No importa todo lo que te laves , con aguas de cien llantos y una carcajada, ni lo mucho que fustigues los retratos desenfocados.

Ya has mostrado todo el chasis de tus estúpidas ideas y has dejado parte de tu carne y tiempo en alimentar a quienes ahora se alzan de nuevo, a quienes buscaban evadirse, a quienes les parecía que una letra tan solo es eso, una letra… Todos poco a poco han desarrollado su propio odio y el más primitivo acto de supervivencia les ha hecho caer en el tan humano egoísmo, han tejido en murales de nostalgia y soledad en sus cabezas mientras caminaban, cuando se levantaban, cuando se acostaban… cuando un simple soplo de aire les hacia respirar. Todos conocen tu forma de actuar y lo que pasa por tu cabeza es explicado en estas torpes líneas. Todos te conocen. Y tú a ellos recién empiezas a conocerles.

Y hay que saber cuándo parar… Hay que saber cuándo retirarte a tiempo pues no es bueno retocar la realidad más de lo debido. Has de saber cuándo soltar el bolígrafo, cuando dejar de machacar las teclas del teclado, cuando guardar silencio. Sssssss… ahora callaré los tabúes, las palabras prohibidas, aquello que no quieren escuchar… SSSsss… no debo perturbar su sueño. Ya se crecieron lo bastante como para que eso les interese, ya se alimentaron suficiente de tus miedos.

Rompo una hoja y con las letras que habitan en él reconstruyo como un dios loco el  dicho oriental: “Si amas algo déjalo volar libre si vuelve a ti…”. Y es cuando todo cambia, cuando unas letras suplantan a otras, cuando sustituyendo las que habían de estar a continuación puede leerse: “…será que necesita recordar lo que es temer y odiar”.

Acabo vestido de Mefisto

Irán cayendo las hojas… una a una…

… Hoy más que nunca…

Brun solo es, y será, un recuerdo.



1 comentario:

  1. Terrible para mí. Volví para buscarte y no estás. Volví para leerte y no escribes. Solo me queda y me quedará un recuerdo de Brun. ¿Solo? No creo, removiste varias veces mi interior, y eso para mi es y será un gran recuerdo, el recuerdo de un escritor al cual definiré sin rodeos ni delicadas maneras: COJONUDO.

    Un sincero abrazo, compañero.

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