sábado, 5 de septiembre de 2009

Mejor dormido


Despertó en una ciudad muerta. Sus ojos solo veían una burla apodada gente, carcasas vacías que apenas miraban a los ojos y cuando lo hacían se derretían entre la mas pringosa vergüenza y el más sucio de los rechazos. Caminaba entre ellos y cualquier contacto físico era un telegrama de odio. Las palabras que llegaban a sus oídos eran hojas rotas y desordenadas carentes de cualquier sentido.

El Sol apenas existía, el cielo gris enmarcaba toda acción en este país de hormigón, y si alguna vez existió seguro que reventó del mismo asco y desesperación.

No había un antes, no había un después, el pasado era olvido, el futuro era improbable, y las partículas que formaban el presente eran simples cristales ahumados que reflejaban el pasar de unos segundos que nunca iban a contar. Por eso él llevaba la cuenta mentalmente, una y otra vez, y los segundos se los imaginaba del mismo color que tendría el infinito mas oxidado, el mismo color del cobre que recubrió en su día a los antiguos ídolos.

Buscaba un igual. Buscaba un rostro que no estuviera distorsionado por la niebla y el humo. Trataba de encontrar unos ojos que no ardieran al mirarlos.... Unas manos que no contaran la vida cotidiana, sin interés y banal, por medio de sombras chinescas y signos sin apenas significado emocional. Nada encontró parecido a esto... y precipitado a la mayor de las soledades se resigno a mirar a un suelo encharcado. ¿Como gritar de furia en un mundo en el que ni siquiera el odio se transmite?... ¿Para qué hacerlo donde nadie va a sentir ni la satisfacción de verte explotar?

Cuando los pies ,desprendiéndose de la piel que los hacía humanos, se cansaron de trotar, decidió aposentar su cuerpo pero no encontró lugar en el que repasar las notas que iba tomando a lo largo de las oscuras aceras. Las hojas que con tanta rabia apretaba salieron volando arrastradas por un frio viento, que helaba algo más que el cuerpo y la mirada, y fueron desperdigadas donde nadie podía verlas.
Poco de lo que estaba viviendo tenía sentido.... y si lo tenia no era el que él esperaba encontrar. Una ciudad puede ser el más triste de todos los cementerios por muchos seres que respiren en ella. Un mundo puede ser carroña y restos de ilusiones...

Ni siquiera la noche adornó sus modos y sus palabras. Sus sentidos no se vieron recompensados por la caída del telón diurno ni por el regreso de los vástagos de la rutina a sus frías madrigueras. Luz tan solo era un capricho y oscuridad solo era el refugio para ocultarse, para pasar desapercibido, y no llamar la atención de la perfección. Solo era un alivio temporal.

¿Dónde estabas Luna?... ¿Donde yacían los fragmentos de tu pálida piel cuando él tan en silencio te llamaba?... ¿Dónde estaba tu sucio brillo y tus atormentadas sombras cuando él buscaba cobijo para dejar de ser visto por el sueño de la razón?

Salió de la ciudad. Se alejó de la árida Metrópolis dejando atrás todas las formas y sensaciones que habían dejado un regusto mórbido en sus labios. Buscó refugió entre rocas y matorrales y por fin encontró paz y serenidad. Encogió su cuerpo y se colocó en posición fetal. Recordó cada una de las sensaciones vividas durante ese largo día, ese del que solo tuvo la sensación del paso del tiempo mentalmente, y de sus ojos brotaron lágrimas que resultaron ser fuegos de la ira acumulada. Se negó a vivir lo mismo una y otra vez...

Cerró los ojos y pensó:"Mejor dormido".

No hay comentarios:

Publicar un comentario